Por Tere
Este confinamiento al que
estamos obligados (para el bien de todos), nos permite hacer cosas que nunca
teníamos tiempo de hacer y que ni tan siquiera pensábamos hacer al menos es lo
que a mí me ha ocurrido.
La Libertad: Habías valorado
en algún momento el significado de esta palabra; yo no, era normal el poder
entrar y salir en cualquier momento, de hacer o no una cosa y de hacerla de una
manera o de otra, cuando no puedes hacer lo que quieres es cuando realmente
valoras lo que tenías, y lo que has perdido.
Si analizamos paso a paso
todo lo que tenemos me sorprende la cantidad de cosas que por tenerlas
habitualmente no las valoramos como deberíamos, el solo hecho de salir a
pasear, tomar el sol, ver las flores y los árboles florecer en primavera,
encontrar un amigo o conocido, hablar sobre cualquier cosa, incluso el solo
hecho de verlo ya es un motivo de satisfacción y de felicidad.
Tenemos la obligación de ser
felices por el solo hecho de haber nacido y vivir.
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Y en este momento no
podemos, ni abrazarlas, ni besarlas, ni tan siquiera hablarles directamente,
tiene que ser telefónicamente, tengo ganas de que pase el maldito coronavirus
para volver a la normalidad y al mismo tiempo me da horror cómo quedara España,
cuantos, parados, cuantos desahucios, cuanta gente que no tendrá como llenar la
nevera, como pagar las facturas, de la luz, agua, gas etc.
Añoro poder abrazar y besar
a mis nietos, a mis hijos, a mi hermana a la familia en general, pero mis
nietos son la sal y la pimienta de todos los guisos.
Otro tema que por desgracia
hay en estos casos. Existe el listo de turno que hace su agosto, que Dios nos
ayude, y que el gobierno no lo permita, porque ya sería demasiado.
Debemos pensar en positivo,
así que debemos tener en cuenta que cuando se cierra una puerta se abre una
ventana, y todos los días sale el sol para todos, lo malo no dura siempre, pero
lo bueno tampoco, todo es relativo, según el color del cristal con que se mire.
No quiero hablar más de
esto, pero si quiero terminar con una contestación que me dio mi nieta, me hizo
gracia y le di la razón.
Le estaba cosiendo un
vestido para una boda y cuando se lo probé, le dije Mireia cuanto me ha costado
poner toda esta pedrería, y me contesta: yaya a tu quien te ha dicho que la
vida es fácil, te crees que a mí no me cuesta lo que estoy estudiando en la
universidad, pues a ti te cuesta el coser, así es la vida. De momento me quedé
parada, después me reí y le dije pues tienes toda la razón cariño.
Os deseo que todos y todas
estéis bien, que os animéis a colaborar con vuestros escritos, ideas, fotos,
cualquier cosa que se os ocurra, todas las ideas son buenas y pasara mejor y
más divertido el tiempo.